Rechazo o aprobación la misma cuestión, sólo luchando vencerá la población

Abril
01
2020

El tema del proceso constituyente tiene a más de alguno confundido, y es entendible, porque tras la firma del acuerdo en el Congreso, los mismos políticos, los empresarios, las redes sociales, los diversos personajes los medios de comunicación, han instalado fuertemente la idea de que los cambios que Chile necesita estarán dados por una nueva constitución. 

Revisando la historia, las constituciones que ha tenido Chile en el último siglo muestran dos elementos muy importantes: el primero: es que declaran derechos o se comprometen a cosas que no se cumplen, y la segunda, es que toda vez, que los ricos y poderosos han necesitado acomodar, sus privilegios y justificar las injusticias que viven las mayorías, hacen una nueva. Es decir, maquillan en el papel, un conjunto de derechos que, si se es poblador o trabajador, jamás ejercen, sólo para que los ricos sigan ganando más. Mientras mantienen al pueblo esperanzado con que todo va a cambiar. 

Así fue con Portales en el 33, Alessandri en el 25 y con Guzmán en el 80. Es cosa de recordar, que con la constitución del 80`, se comprometieron a mejorar las pensiones, para quienes han entregado su vida entera al trabajo sean castigados con jubilaciones que no dan ni para comer. Se ilusionó a la gente con un sistema de salud de lujo, y vemos como nuestros enfermos esperan la muerte en las salas de urgencia pública. 

Asimismo, se planteó un sistema laboral que protegería a los trabajadores y el empleo, y sólo vemos cómo se precariza más y más nuestras condiciones. La lista es larga, pero todo se resume en un cuerpo legal que opera con el único fin de resguardar la riqueza y los privilegios de los menos, arrebatando la vida y dignidad a las familias trabajadoras. 

El estallido social, gracias a la chispa de los secundarios y las protestas en las poblaciones, puso sobre la mesa, a punta de barricadas y cacerolazos, las problemáticas de salud, pensiones, sueldos, transporte, vivienda, entre muchas otras con las que el pueblo ha tenido que lidiar desde siempre, mucho antes del 18 de Octubre. 

Y el gobierno y la oposición de cabeza, sin ninguna intención de dar soluciones que impliquen meterle la mano al bolsillo a los ricos, sacaron su cartita debajo de la manga: una nueva Constitución. Así fue como todos se subieron a la micro, derecha e izquierda unidas firman un acuerdo por la paz sin el pueblo, igual que hace 40 años, cuando nos prometieron esa alegría que nunca llegó. 

Ni rechazo ni aprobación cambian la vida en la población. 

Y todos nos llaman a votar. Nos invitan a participar en esta nueva fiesta de la democracia, a la misma que nos invitaron con el arcoíris de la alegría, los mismos personajes y el mismo engaño, pues nadie respondió nunca por todas esas promesas que jamás se cumplieron. 

Al igual que ahora todos querían cambios, el pueblo fue en masa a votar, celebró como propio el triunfo del NO, pero el botín se lo quedaron los traidores del pueblo, se dedicaron a engordar su felicidad a costa del abandono de las grandes mayorías populares. Entonces, la única intención del plebiscito de abril, es decir que “la ciudadanía participó, tomó la decisión”, y así calmar las aguas para que no se vuelvan a repetir las protestas populares, que fueron las que, verdaderamente, hicieron mover el piso a los poderosos. 

Las votaciones, solo permitirán elegir entre los mismos que han gobernado durante todos estos años, los mismos que han mantenido las AFP, ISAPRES, salarios miserables, el SENAME, la salud en los consultorios. 

Ellos redactarán la nueva Constitución, que diga lo que diga, no entregará lo que el pueblo salió a exigir: la vida digna. Para lograr eso, el poder lo debe tener el pueblo, el que tiene expresión cuando en calles, poblaciones o en el lugar donde se trabaja y estudia, nos juntamos para resolver los problemas, superar las dificultades, con honestidad y trabajo, cuando con compromiso y conciencia la gente se une para lograr cambiar las cosas y la vida. Chile, debe cambiar y son los pobladores, o sea, la mayoría, los que deben ser protagonistas de esos cambios, con unión, organización y conciencia.